"Atraído por la luz del Espíritu, descubro de nuevo mi conexión con Dios."
Hay veces en que recuerdo haber tenido una conciencia más elevada de la presencia de Dios en mí. Vivía con tranquilidad por que mi confianza en Dios era cierta, mi gozo de vivir era completo. Pero otras veces, pude haber pensado que perdí mi conexión con Dios.
En verdad, Dios siempre está allí. La luz de Dios irradia en mí y el amor de Dios me sostiene, bien esté consciente de eso o no.
Cuando me siento perdido, regreso a la práctica de la comunión callada con Dios. No necesito decir nada, porque Dios ya sabe las preocupaciones de mi corazón. Sólo necesito cerrar los ojos y aquietar mis pensamientos. Entonces, al abrir mis ojos internos al faro de luz del Espíritu, descubro de nuevo mi conexión eterna con Dios.
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