"La presencia sanadora del Espíritu divino llena cada célula de mi ser."
Invoco la actividad sanadora en cada célula de mi cuerpo. Al observar mi estado mental, mi actividad física y mi nutrición, identifico cualquier patrón que no apoye mi mayor bien.
Gracias a la ayuda del Espíritu divino en mi, tengo la fortaleza para dejar ir hábitos que no fomentan mi bienestar y establecer hábitos nuevos que están acorde con la perfección divina. A través del día, practico conscientemente una expectativa y una gratitud por la salud y la paz mental. Mi cuerpo y mi mente tienen el poder de restaurar, resucitar y funcionar con nueva vida, fortaleza y vitalidad. La poderosa presencia sanadora del Espíritu toca cada célula de mi ser. Soy sanado y reboso de entusiasmo por la vida.
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