"Mi corazón está abierto a las bendiciones del amor divino."
Puede que no haya un tiempo mejor para darse cuenta de la presencia y el poder del amor de Dios que cuando uno necesita consuelo. Si he sufrido una pérdida o una desilusión, quizás sienta el corazón roto, pero al estar dispuesto a ser elevado por el Espíritu, soy consolado. Toda tendencia de "cargarlo solo" desaparece al recordar que soy amado por Dios.
Si fallo física o emocionalmente, invoco el poder de Dios para que me fortalezca. Sabiendo que soy uan expresión de amor divino, experimento una curación física y emocional. Tomo las decisiones que debo tomar, realizo las tareas que antes parecían imposibles. El amor de Dios fluye por medio de mí al abrir mi corazón y mi vida al amor divino.
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