"Voy a la quietud de mi alma y descanso en la presencia de Dios."
Nunca estoy demaciado ocupado para tomar un receso en las tareas del día. Siempre puedo encontrar momentos para aquietarme y descansar.
Durante esos momentos, me siento con los ojos cerrados y la mente apartada del mundo externo. Al respirar profundamente y permitir que mi mente deje de pensar, me retiro a la quietud de mi alma, donde sólo existimos Dios y yo.
Continúo respirando acompasadamente, visualizándome envuelto en un suave resplandor. Esta es la luz de Dios que me rodea y me proporciona paz. Descanso en este estado unos momentos más.
Luego, suavemente, recobro conciencia de mi alrededor y abro los ojos. Mi respiración es rítmica, mi cuerpo está descansado y mi mente está clara. Descansado y renovado, estoy listo para continuar con mi día.
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